El Mundo sin nosotros (Palencia-Sur)
Atlas poético documental sobre una pequeña comarca al Sur de Palencia. Se fotografiaron inmuebles vacíos, después se imaginó el lugar totalmente desocupado, invadido por animales, plantas, y también por fantasmas. Se representaron todos estos seres en dibujos-collage, finalmente se narró su historia mediante breves textos al pie de cada fotografía. Este proyecto ha sido expuesto en distintos lugares incluyendo un pueblo abandonado en Tabanera de Cerrato (Palencia), dentro de la exposición colectiva “Casas-Cuerpo”.
La casa roja guarda unas ropas que nunca pudieron descansar tranquilas. Una vez fueron apartadas con saña del cuerpo que vestían y ahora, tanto tiempo después, los resentimientos y las heridas sin cerrar les han llevado a juntarse unas con otras hasta evocar el talle de aquel su dueño, caído en esa terrible guerra de hermanos. En vano tratan de contar sus penas a los pájaros. Las avecillas, si bien mansas y comprensivas, no entienden nada de política.
Los antiguos dueños de esta casa la abandonaron precipitadamente dejando una escueta colección de vulgares figurillas de porcelana sobre una repisa. Los nuevos propietarios fueron los musgos, líquenes y mohos; seres indiferentes no sólo a la belleza, sino a cualquier expresividad, aunque ésta fuera tosca. Desde el principio hubo incomprensión entre las partes. Las figuras fueron amargando poco a poco sus rostros mientras las manchas verdosas
La fiesta de los juguetes comenzó cuando el último niño de esta comarca se hizo mayor. No más golpes, lametones, roturas ni maltratos. Un viejo soldado de hojalata quedó encargado de pregonar la buena nueva de la libertad, haciendo sonar su corneta mientras patinaba. Nunca supieron los juguetes es que su dicha sería breve. Se les acabaría la cuerda tres días después sin que ellos advirtieran su final. El soldado quedó detenido, muerto, mas con en el gesto de mayor gloria.
Ahora que sus dueños se han ido; por fin es libre. Nadie irá ya más a los sembrados para comprobar si él sigue manteniendo aquella mueca de amenaza indiscriminada que tan estoicamente tuvo que adoptar. Ha llegado el tiempo de las sonrisas, de la vida hogareña y apacible, el tiempo de que pájaros amigos aniden en sus manos.
El “cristal de bruja” está formado por multitud de esquirlas de yeso que aparecen en el pálido suelo de la comarca. Cuando aquí vivía alguien, la gente pensaba que a través de tales cristales, cual si fueran espejos mágicos, venían a visitar el mundo seres ya difuntos. Tal vez hoy aquellos seres sigan apareciendo en las bodegas de la zona; pero su viaje es inútil; nadie se encuentra ya a este lado del espejo.
De poco sirvió la celestial legión de ángeles custodios. No lograron hacerse escuchar. Sus advertencias fueron inútiles. Ahora que estamos todos muertos tienen que regresar a la morada de su Padre Celestial. No todos lo consiguen, algunos han olvidado el camino, acaban marchitándose en cualquier rincón y llegan incluso a morir, pues es falso que la omnipotencia divina llegue a todos los rincones del mundo. Existen páramos vacíos por donde la divinidad nunca pasó.
Ocurrió que Dios, viendo que los seres humanos seguían ignorándole y estaban echando a perder el planeta, decidió mandarles un último profeta, mudo y servicial: su perro. Pero Dios es siempre impuntual y cuando su profeta fue alumbrado ya era demasiado tarde. En vano buscó el animal entre las edificaciones en ruina. No había nadie a quien redimir, pues el viento no necesita redención alguna.
En la azotea de la discoteca “La Baranda” tenía la Susana su nido. Allí llevaba a los mozos más apuestos del pueblo. Pronto se ganó mala fama y tuvo que huir, dicen que a la capital para ser actriz. Hoy su lecho está cubierto de zarzas, habitado por cigarras que en verano hacen un ruido machacón, como el crujir del somier bajo los cuerpos agitados.
Durante muchos años, algunas canciones prohibidas se tararearon en voz baja dentro de esta casa. Un hada, escondida en la alacena las escuchaba con curiosidad, hasta que ella misma captó su melodía; aunque nunca logró aprender su letra, por eso únicamente las silbaba. El hada silbadora continúa aún con su cantinela, aunque los habitantes del inmueble perecieron hace tiempo.
Nunca supo el motivo, pero si conocía su destino de último hombre en la comarca, en la Tierra tal vez. No era sociable y celebró la cósmica soledad. Pronto no obstante empezó a acusar la falta de compañía, echaba de menos no ser reconocido, no poder escandalizar a nadie. Quiso convencerse de que tarde o temprano se encontraría con otro superviviente. En su fuero interno el encuentro le parecía milagroso pero posible. Se vistió con ropas de payaso para llamar la atención desde muy lejos. Andaba bailando, saludando al viento y a los árboles; visto desde la lejanía parecía una pulga chillona y danzarina. Un día su frágil esperanza se derrumbó. Buscó una caravana y allí, extrañamente pudoroso, puso punto y final a su existencia.
· 31 Dibujos 50 x 50 cm. Técnica mixta& collage
· 31 Fotografías en color 13 x 17 cm.
· Textos manuscritos. Grafito sobre papel Basik
2007-2012